Cien Años de Machu Picchu

7/7/11

Cuando la neblina se disipa, ante nuestros ojos aparece la imponente ciudadela de Machu Picchu, el corazón nos late;con mayor intensidad; por la emoción y orgullo; nuestra Maravilla ya dejó de ser solo nuestra para convertirse en Maravilla Mundial el 7 de julio de 2007. Han pasado cien años de su descubrimiento científico ocurrido en 1911 por Hiram Bingham:   

Machu Picchu


Centenario de Machu Picchu


Machu Picchu


Machu Picchu




Machu Picchu


Machu Picchu
Terrazas en el sector agricola de la ciudadela Machu Picchu

Machu Picchu



Machu Picchu
Desde el Mirador, foto del recuerdo en el Santuario Histórico de Machu Picchu



Redescubrimiento de Machu Picchu

Machu Picchu al arribo de Hiram Bingham en 1911.

Las primeras referencias directas sobre visitantes de las ruinas de Machu Picchu indican que Agustín Lizárraga, un arrendatario de tierras cusqueño, llegó al sitio el 14 de julio de 1902 guiando a los también cusqueños Gabino Sánchez, Enrique Palma y Justo Ochoa. Los visitantes dejaron un graffiti con sus nombres en uno de los muros del Templo de las Tres Ventanas que fue posteriormente verificado por varias personas. Existen informaciones que sugieren que Lizárraga ya había visitado Machu Picchu en compañía de Luis Béjar en 1894. Lizárraga les mostraba las construcciones a los "visitantes", aunque la naturaleza de sus actividades no ha sido hasta hoy investigada.


Hiram Bingham, un profesor norteamericano de historia interesado en encontrar los últimos reductos incas de Vilcabamba oyó sobre Lizárraga a partir de sus contactos con los hacendados locales.  Fue así como llegó a Machu Picchu el 24 de julio de 1911 guiado por otro arrendatario de tierras, Melchor Arteaga, y acompañado por un sargento de la guardia civil peruana de apellido Carrasco. Encontraron a dos familias de campesinos viviendo allí: los Recharte y los Álvarez, quienes usaban los andenes del sur de las ruinas para cultivar y bebían el agua de un canal inca que aún funcionaba y que traía agua de un manantial. Pablo Recharte, uno de los niños de Machu Picchu, guio a Bingham hacia la "zona urbana" cubierta por la maleza.
«“Apenas abandonamos la cabaña y dimos vuelta al promontorio, nos encontramos con un inesperado espectáculo: un gran trecho escalonado de terrazas hermosamente construidas con sostenes de piedra. Habría quizá un ciento de ellas, cada una de unos cien pies de largo por diez de alto. Se veían recientemente rescatadas de la selva por los indios".

Después, hallaron muros de casas de piedras, pero que estaban cubiertos por árboles y musgos que habían crecido en varios siglos. A medida que avanzaban, trepando las paredes de las terrazas, encontraban más tesoros arquitectónicos, como la cueva forrada con fina piedra, que podría ser el mausoleo real; un edificio semicircular que se asemejaba al Templo del Sol, en el Cusco, y una muralla de bloques cuidadosamente aparejados.

Hiram Bingham quedó cautivado de la belleza de las líneas, la simetría de los bloques y la gradación de las hileras que causaban un efecto maravilloso. "Debido a la ausencia de mezcla, no quedaban huecos feos entre los bloques. Parecían haber crecido unidos. Por la belleza del blanco granito, esta estructura sobrepasaba en atractivo a los mejores muros del Cusco", comentó.

Después de trepar por una colina, llegaron a una escalera de bloques de granito. Luego, caminaron por un jardín de verduras y encontraron dos estructuras de granito blanco, con bloques que superaban el tamaño de un hombre y que pesaban de 10 a 15 toneladas. Cada edificio tenía tres muros y se encontraba abierto por un lado. Vio también un templo con tres grandes ventanas. La vista lo dejó hechizado y se animó a tomar fotografías para testimoniar su gran descubrimiento. »
Bingham quedó muy impresionado por lo que vio y gestionó los auspicios de la Universidad de Yale, la National Geographic Society y el gobierno peruano para iniciar de inmediato el estudio científico del sitio. Así, con el ingeniero Ellwood Erdis, el osteólogo George Eaton, la participación directa de Toribio Recharte y Anacleto Álvarez y un grupo de anónimos trabajadores de la zona, Bingham dirigió trabajos arqueológicos en Machu Picchu en 1912 hasta 1915 período en el que se despejó la maleza y se excavaron tumbas incas en los extramuros de la ciudad. La "vida pública" de Machu Picchu empieza en 1913 con la publicación de todo ello en un artículo en la revista de la National Geographic.

Si bien es claro que Bingham no descubre Machu Picchu en el sentido estricto de la palabra (nadie lo hizo dado que nunca se "perdió" realmente), es indudable que tuvo el mérito de ser la primera persona en reconocer la importancia de las ruinas, estudiándolas con un equipo multidisciplinario y divulgando sus hallazgos. Ello pese a que los criterios arqueológicos empleados no fueran los más adecuados desde la perspectiva actual, y pese, también, a la polémica que hasta hoy envuelve la más que irregular salida del país del material arqueológico excavado (que consta de al menos unas 46.332 piezas) y que recién en marzo de 2011 comenzaron a ser devueltas al Perú.

Referencias del texto:  Wikipedia y  Revista Variedades Edición Machu Picchu

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1 comentario :

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